Tim Jacobs, un estudiante de arte que pasaba sus días intentando encontrar su propio estilo, en el sótano de la casa de su tío Arben [un ex estudiante de medicina condenado a ser un misántropo adicto al LSD] que lo acogió tras la muerte de sus padres.
En realidad,
Las tardes en las que Tim tendría que estar en clase de expresión multicolor [como el solía llamarle a las clases de pintura], se le podía ver observando las palmas de sus manos -la bata blanca de su tío le hacia creer que era un óleo en blanco, en el que sus manos eran lo único pintado ahí- luego vendaba sus ojos con una camisa de franela y deambulaba por el parque; imaginaba ser un demiurgo: creador de un camino diferente/inexistente a casa. Iba tanteando la nada. Planeaba en el topus uranus. Su famélica figura hacia parecer que al colisionar con un arbusto se quebraría en mil pedazos; al igual que sus aspiraciones, al dejar descubiertos sus ojos y darse cuenta que estaba en el mismo lugar.
Desgraciadamente la monotonía asesinó la fantasía, y pronto Tim pareció aburrirse del juego. Sus manos ya conocían el camino a casa, como sus propias palmas.
Nuevamente retomó sus clases de pintura, en las que no dejaba de excogitar las manos de sus compañeros [que intentaban escabullirse entre sedimentos de pintura variopinta y las mangas de la camisa].
La noche en la que una joven fue murió atropellada, Tim amputo el dedo anular de su mano derecha; pronto realizo una pintura en honor a este. Prosiguió con la mano completa, el brazo, una oreja, el pie hasta que su mente quedo levitando en el sótano; admirando las obras inconexas, descifrando las palabras de su abuela:
-La desgraciada le quitó las manos, luego disparó el arma contra su cabeza.
Jacobs no cometió suicidio: Juega a buscar un camino a casa; junto a sus padres que no encuentra + que no inventa + que no merece = no necesita.
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