abril 28, 2010

El cometido del amuleto de Molly Suh


Cuando Molly Suh disponía a regresar a casa, después del trabajo, realizaba un breve paseo: tomaba el boulevard que bifurca el camino hacia la cabaña del Sr. Gregorius Wharholl y la ruta a la urbe; luego tomaba la calle que se dirige al Parque Central Bronchessani.

El sólito viaje era una marrullería, lo que realmente la intrigaba era el joven con bata de médico que tenia inscrita la frase, El duodécimo mandamiento es no estorbar.

Una raída de franela anaranjada y cuadros marrones ocultaba los ojos del efebo. Las manos simulaban ser sus ojos [Los dedos se convertían en antenas perceptivas que se adelantarían a cualquier colisión con el entorno (seguramente algún arbusto)].

Se dispuso tomar una foto del joven, con su amuleto:

Días antes la parada de bus de la calle Rimergenton fue escenario de un accidente: un autobús se abalanzó contra de los peatones que se esperaban su llegada para que los llevara a su destino.

Molly Suh se encontraba en la banca, pero el rótulo de la baratija del frente [Las cosas insignificantes que encontraras aquí, no son especiales. Están aquí, porque son insignificantes] la disuadió y se dirigió al recinto. Por el ventanal Suh vio la batalla entre metal y carne [ganó el metal]. Compró una antigua cámara de fotos instantáneas: guardo el recuerdo fotográfico de los cuerpos exangües entre los restos retorcidos del armatoste.

-La gente no se da cuenta, ¡la tetera cumplió con la consigna!: llevarlos a su destino, la muerte. Farfullo Molly Suh al salir de la tienda cuando se percato de la aglomeración de gregarios por lo sucedido [Molly guarda aquel objeto en su bolso: en señal de la buena suerte que tuvo aquel día].

Para tener un mejor ángulo del sujeto, bajo de la banqueta. La luz estaba en verde. El golpe del capo en su fémur trasero impelió su dedo a presionar el botón de la cámara. La neófita fotógrafa murió instantáneamente por múltiples traumas en el cráneo.

El automóvil prosiguió su periplo hacia el muelle Shulldrity, alejándose del cuerpo exánime en el asfalto [junta a él una fotografía descuadrada; en ella podía distinguirse la urbe de fondo con un par de copas de árboles y la cabeza de un hombre que alzaba los brazos al cielo (las mangas de la camisa eran blancas)].

¡La cámara instantánea había logrado su cometido!: tomar la fotografía.

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